sandra Melgarejo. Madrid
Jaime Parra es el responsable de las unidades de epilepsia de los hospitales La Zarzuela y Nuestra Señora del Rosario, que, de momento, “funcionan sobre todo con fines diagnósticos, con una operatividad de 24 horas de registro como máximo”. “La idea es progresar y tener una unidad medico quirúrgica”, destaca el neurólogo. En su opinión, “la importancia de que haya unidades que se dediquen especialmente a ciertas patologías es de primordial importancia”. “En el caso de la epilepsia, las unidades integran técnicas neurofisiológicas, como el vídeo EEG, y técnicas de la práctica clínica que tienen que ser desarrolladas en profundidad. La subespecialización en determinadas áreas es lo que ofrece más calidad de vida a los pacientes, sin menospreciar la función del neurólogo general, que también es vital”, comenta.
Jaime Parra.
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Parra subraya que uno de los objetivos de la superespecialización en epilepsia es “buscar tratamientos más individualizados”. “Disponemos de muchísimos fármacos y es difícil para el neurólogo general llegar a manejarlos todos y hacerlo con soltura. Si manejas todos estos fármacos en una población mucho más amplia y tienes experiencia, puedes buscar el que más adecuado para cada paciente, en función de la comorbilidad y del tipo de epilepsia que tenga. Eso fomenta que el paciente se adhiera mucho más al tratamiento y que se tolere mucho mejor”, explica.
Con respecto al desarrollo de nuevos fármacos antiepilépticos, el neurólogo indica que “aporta la posibilidad de poder elegir y de poder individualizar”. “Aunque no se ha demostrado palpablemente que mejoren muchísimo el control de las crisis, sí que parece muy claro que permiten que las interacciones con otros fármacos y los efectos secundarios sean mucho menores. Eso favorece la adherencia al tratamiento y un mejor control de la enfermedad”.
Los nuevos fármacos buscan distintos mecanismos de acción para tratar la epilepsia y conducen hacia “la politerapia racional”. “Antes se pensaba que un solo fármaco, la monoterapia, era lo mejor, pero ahora sabemos que no necesariamente es así, que hay fármacos que juntos aportan más que uno y que tienen buenos efectos farmacodinámicos”, señala Parra. “Cuando uno piensa en la cantidad de fármacos que hay, se pregunta si hay sitio para tantos y sí lo hay, y para muchos más. Todavía tenemos un 30 por ciento de pacientes que no se controlan con nada y, al tener más opciones, podemos afinar muchísimo más”.
El neurólogo comenta que la epilepsia “todavía sigue asustando mucho” y que “la falta de información es lo que lleva al estigma”. “La epilepsia siempre se asocia al trastorno mental, sin pensar que realmente es algo que nos puede pasar a todos, que es una manera natural que tiene el cerebro de reaccionar y que no necesariamente tiene que conllevar una merma en la calidad de vida del paciente. Cuando el paciente está bien diagnosticado y controlado, puede llevar una vida completamente normal, y cuando se le explica bien su pronóstico y qué es lo que puede esperar del tratamiento tiene una mayor aceptación de la enfermedad”, afirma.
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